Entrevista con Mount Kimbie
En 2008, el dueto formado por Dominic Maker y Kai Campos se abría paso desde el underground inglés hasta el reconocimiento de la escena dubstep. Dos EPs y un debut larga duración después, Mount Kimbie marcaba el inicio de la nueva década con experimentación sonora, empuje instrumental y colaboraciones con artistas como James Blake, Micachu o King Krule.
Tras reafirmarse durante los años siguientes como uno de los proyectos de culto dentro de Reino Unido, la banda expandía su alineación en 2023 con Marc Pell en la batería y Andrea Balency-Béarn en los teclados. Esto en preparación a su cuarto material de estudio: ‘The Sunset Violent’ (2024).
El álbum, lanzado vía Warp Records y coproducido junto a Dilip Harris, introduce a la agrupación en una nueva y contrastante etapa. La instrumentación minimalista, aunada a la experiencia de los integrantes viviendo y creando desde países distintos, terminó por formar el carácter del LP. Impresiones ampliadas en entrevista con los miembros fundadores, quienes nos hablaron de su proceso creativo, los motivos sonoros detrás del material y el ahora del proyecto.
Habían pasado casi siete años desde su último LP, ¿qué se siente estar de vuelta?
KC: Nos emociona mucho lo que implica tener música nueva allá afuera ¿sabes? Esta idea de decirle al mundo qué hemos estado haciendo, bookear shows, pasar una temporada de gira; cosas como esas.
Pensando en esta nueva etapa y todo lo que hay detrás, ¿qué ha cambiado en los procesos creativos al interior de Mount Kimbie?
DM: Bueno, muchos de nuestros métodos de composición han cambiado. La manera en la que empezamos las canciones y les damos continuidad es muy distinta ahora. Por otro lado, creo que una de las cosas que se ha mantenido es esta fascinación, álbum tras álbum, con algún sonido, sampleo o instrumento en particular. En el disco anterior la drum machine se mantenía al centro, lo interesante estaba en la programación de percusiones. Para ‘The Sunset Violent’ la guitarra fue ese leitmotiv sonoro.
Habiendo definido este punto ancla sobre la marcha, ¿bajo qué filosofía dirigieron todo lo demás?
KC: Desde el lanzamiento de ‘Crooks & Lovers’ (2010), la intención era alcanzar un sonido mucho más simple y directo. Queríamos algo que se sintiera, fluyera y escuchara fácilmente, avanzar sobre nosotros mismos sin complejizarlo, quizá pop sea una buena palabra para describirlo.
Supongo que esto también simplificó el proceso al momento de proponer y descartar líneas musicales.
KC: Creo que, instintivamente, generamos tantas ideas como sea posible a lo largo de nuestro proceso creativo. Luego vamos tras las que nos hayan interesado más por tal o cuál aspecto. Siento que, al momento de crear música en conjunto, no puedes apuntar exactamente cuáles son tus referencias hasta haber terminado el proyecto.
Con ‘The Sunset Violent’ por fin en nuestras manos, ¿cuáles dirían que fueron estos motores sonoros?
KC: Cuando empezamos a componer el álbum limitamos la instrumentación a una guitarra,un teclado y una drum machine. Este minimalismo nos hizo priorizar la canción por sí misma, en lugar de enfocarnos en la producción o el diseño sonoro. Me interesaba poner ciertos elementos y equipo juntos, como la drum machine Linn, el Casio CT-S1000 o el AMS DMX, que es un extraño delay ochentero que cambia la tonalidad. El punto era llegar a una paleta de sonidos reducida, sí, pero suficientemente interesante como para iniciar. En cuanto a bandas, teníamos teníamos toda esta influencia de música de los 80’ con bandas como Joy Division. Por otra parte, tenía muy marcado este sonido de rock estadounidense hecho a seis cuerdas, a la Sonic Youth.
Las canciones parecen apoyarse de este piso instrumental para escalar el resto de conceptos, iniciando por el título. La idea de un atardecer violento es por sí misma poética y contradictoria, ¿cómo llegó a ustedes?
KC: Bueno, desde la primera lectura te llegan todas estas sensaciones interactuando entre sí: la plenitud cliché, asociada a todo atardecer, entrando en conflicto con la violencia del proceso; se sentía como el título perfecto. También está la imagen del desierto, siendo este lugar absolutamente pacífico pero moldeado por anuncios espectaculares y gasolinerías. Creo que hace referencia a las implicaciones de vivir y componer desde diferentes países, el día a día californiano en fricción con la cotidianeidad inglesa.
“Dumb Guitar”, la segunda canción en el tracklist, fue de las primeras en llamar mi atención a primera escucha. Cobra aún más sentido cuando mencionan el papel central del instrumento a lo largo del álbum. Me encantaría saber más sobre ella.
DM: “Dumb Guitar” era el nombre del proyecto mientras trabajábamos la canción. La idea era cambiarle el nombre eventualmente, pero me enamoré del título provisional. El personaje descrito en la letra se trata de alguien completamente obsesionado consigo mismo, de esos que intentan que todo se trate de ellos. Pensar en un instrumento tonto era casi como pensar en una persona, la clase de intérprete que no toca melodías particularmente agradables de escuchar; simplicidad llevada al extremo.
Respecto a este proceso de personificación, la lírica de todo el LP parece moverse constantemente hacia lo abstracto y lo sensible. Lo único concreto son las acciones tomadas por personalidades que apenas podemos intuir. Como si hubiera una gran barrera de comunicación entre escuchas, obra y autores.
DM: Esa fue exactamente la línea de sensaciones sobre la que construimos la dinámica de los personajes. Aunada a la instrumentación ligeramente decadente, llegamos a este núcleo de una pareja rica cuya única intención es escapar a algún resort en Asia. Creo que es un sabor entre amargura, lejanía y algo bastante cómico.
¿Por qué elegir la ficción, construida mediante esta clase de personajes, por sobre lo anecdótico o confesional?
DM: Mientras crecía, disfrutaba mucho de escribir cuentos o cualquier cosa donde hubiera ficción de por medio. Siempre he admirado esa habilidad de transportar a alguien a un mundo creado enteramente por ti, sumergirle en una escena particular con el menor número de palabras –el menor número de minutos de grabación en este caso. Obviamente mucho de las voces de nuestros personajes viene de experiencias reales, de haber convivido con personas así, pero las llevamos a estos tropos geniales que atraviesan a un montón de personas. Nos encontramos en cada uno; es muy divertido. Por otro lado, está el poder expresivo que encontramos en ello.
Ese parece ser otro de los grandes pilares para este y el resto de trabajos anteriores; el humor. ¿Por qué agregar una capa adicional a esta experiencia sonora y narrativa?
DM: Creo que es una de las vías –sino la única– más efectivas para exponer mi sensibilidad que he encontrado. No lo sé, creo que en general trato de ser alguien gracioso, busco esa ligereza del humor en casi cualquier cosa. Con la música, tiendo a involucrarme gravemente en el proceso, me cuesta dormir mientras trabajamos en algún material. Este no parar, en favor de cada sesión, termina por envolverme.
Es muy curioso como siempre parece existir esta doble lectura. Nuestras acciones se proyectan desde nuestro interior, pero el punto de origen no parece ser único. Más allá de la intención minimalista y la teatralidad dentro de las letras, ¿qué otra cosa dirían que los motivó indirectamente a lo largo del disco?
KC: Mirando hacia atrás, diría que tratamos de alejarnos de esta expectativa sobre a qué debe sonar una álbum británico. En su lugar, hay una suerte de retrato de EE.UU. y el sueño americano, desde la perspectiva inglesa, claro. Aspectos como los estudios, las estaciones de radio y el impacto de la cultura norteamericana sobre Dom, quién vive allá, terminaron por filtrarse en cada uno de los versos.
Pareciera que no podemos escapar del día a día.
KC: Creo que para empezar a hacer que las cosas se muevan debemos removernos de esa cotidianeidad. Es por eso que nos tomamos algunas semanas para la realización del disco. Llevábamos mucho tiempo sin estar en la misma habitación haciendo música, teníamos que darnos la oportunidad de ver si algo sucedía. Todo empezó en…
DM: ¿Verano del año pasado?
KC: Estoy tratando de recordar.
DM: Trata de no esforzarte demasiado [ríe].
KC: Intento no tener un colapso [ríe]. Pero sí, nos alejamos completamente del día a día para tener el disco terminado. Fue realmente intenso, no siempre de una manera agradable. Todo se reducía a levantarnos temprano y tratar de componer algo durante las siguientes cinco semanas. Te frustras, termina por aburrirte, pero son estas sensaciones las que te obligan a salir de ti. Muchas de las ideas centrales en ‘Sunset Violent’ se definieron durante ese periodo, el resto fue regresar sobre nuestras pisadas, involucrar a más músicos y desarrollar cada canción al día siguiente.
Ahora viven una cotidianidad drásticamente diferente producto del LP, ¿qué sigue para Mount Kimbie?
KC: En este momento, sólo queremos llevar nuestra música frente a tantas personas como nos sea posible, experimentar ‘The Sunset Violent’ en esta otra faceta sobre el camino. Creo que es uno de esos discos hechos para escucharse en vivo.
Espero que ese camino atraviese México en algún punto de los meses siguientes.
KC: Me gustaría decir que hemos considerado seriamente a México. De una u otra forma hemos mantenido una relación especial con el país, muchos de nuestros fans son de ahí, la esposa de Dom es de ascendencia mexicana, mi pareja también lo es. Los siguientes meses están llenos con shows a lo largo y ancho de EE.UU., pero esperamos poder organizar una segunda serie de fechas para finales de año. Ciudad de México está definitivamente contemplada.
Me alegra llegar al final de esta entrevista con una promesa así. En este aire de conclusiones, y considerando toda nuestra conversación, ¿qué le dirían a sus yo pasados sobre el momento actual?
KC: Hmm… ¿qué les diría? Creo que: WOW [ríe]. Creo que cualquier versión previa de nosotros se sorprendería con el sonido final del LP, es lo que lo mantiene interesante. Nunca sabes de lo que eres capaz hasta que te encuentras ahí, haciendo que pase, así sabes que estás creciendo como banda.
DM: Creo que yo estaría emocionado de decirle a mi yo pasado que el disco salió bastante bien [ríe].
Genuinamente es un gran disco. Ha sido genial poder conversar con ustedes muchachos, ¿les gustaría agregar algo más para nuestros lectores?
KC: No realmente, sólo agradecerles por escucharnos. De por sí es increíble que alguien disfrute de lo que hacemos, aún más desde un lugar tan alejado como lo es México.