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Entrevista con Angélica García

Belleza y alquimia dan luz al dolor y a la sanación: lo que se nombra existe

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Fotos: Shervin Lainez

Angélica García, artista norteamericana de raíces méxico-salvadoreñas, visitó la Ciudad de México como talento abridor de IDLES en el Pepsi Center WTC. Una combinación inesperada, con muchas más raíces en común de las que podemos ver, en donde se fusiona la rabia y el espíritu con la feminidad y la alquimia musical a través de su pop experimental.

Con su más reciente álbum, ‘Gemelo’, la compositora se posiciona ante el infinito horizonte de la experimentación; desde la melancólica “Color De Dolor”, a “Juanita”, una cumbia ancestral, hasta el electro rock de “El Que”. Este material es un homenaje a los matices del dolor, a la sanación, y a la dicotomía de la luz y la oscuridad. En esta ocasión, hablamos con ella de su conexión con IDLES, la colaboración con Carlos Arévalo de Chicano Batman y su intercultura.


Es un gusto conocerte y tenerte en México, ¿cómo te trata la Ciudad en tu primer día?

AG: Ay Dios, pues, ¡qué día! [ríe]. Mi segunda hora y ya estoy trabajando. Ojalá pueda salir de este cuarto [ríe], quiero ir a comer pero hoy haremos un pop-up con merch y tomar algunas palomas. La primera cosa que hice después de bajarme del taxi fue tomar un poquito de mezcal, estaba como: “Ok, aquí vamos”, para la energía.


Para arrancar, me imagino. Honestamente es un gusto estar aquí y poder hablar de tu álbum, es muy increíble. Este trabajo es un homenaje muy bello al dolor, no solo al duelo, sino a sentir tristeza. Me preguntaba cómo fue para ti vaciar toda esa experiencia en música.

AG: Mmm, pues ya sabes que fue un reto [ríe]. Es una cosa experimentar algo difícil, que por sí mismo es demasiado, otra muy diferente es ponerlo en palabras o ponerle un tono en el teclado. Fue una exploración que me fascinó completamente. Me dolió mucho, pero estoy agradecida.


Me parece que parte del proceso creativo fue reconocer tu propio dolor al momento de nombrarlo. Al final, todas las cosas que se nombran existen, ¿no?

AG: Sí, claro. Fue un momento de realización durante el proceso. Como dicen, por ejemplo, en la iglesia, cuando haces un exorcismo, tienes que nombrar el demonio por su nombre, ahí está el poder. Es interesante que, para poder deshacerte de algo, necesitas saber lo que es. He notado mucho en gente que me importa, aunque también lo he sentido yo misma, que estás atrapado en un ciclo cuando no puedes procesar el duelo o reconocer cómo te estaban haciendo daño. Gran parte de esto fue mi proceso de sanación y sabía que para poder liberarme de estas cosas, tenía que enfrentarme a ellas.



Justo para mí fue esencial que en el álbum no solo hubiera dolor, sino que también existiera este lado B de sanación. Además de ser una sanación con energía, contrario a algo plano como suele decirse, tal es el caso de “Y Grita”. ¿En qué momento sentiste que era bueno tener ambas partes o fue un reflejo de tu propio proceso?

AG: La cosa conmigo y la música es que no es necesariamente planeado, era más como si, con el tiempo, el trabajo me enseñara qué quería. Después de ver una sombra o una forma, podía cumplirlo. La verdad es que soy una persona emocional, amo con todo mi corazón y siento intensamente la rabia o el miedo. Estaba buscando la mejor forma para expresarlo, como si estuviera tomando fotografías de un sentimiento.


Eso fue lo que hizo de cada canción una experiencia completamente diferente, pero el salto de “Juanita” a “Y Grita” es un claro reflejo del momento en que sucede. Algo que me parece muy interesante son los colores que le diste al dolor, como la canción, porque es muy semejante a cómo lo ve la cultura mexicana. ¿De alguna manera te inspiró pensar en los matices del dolor?

AG: Sí, creo que sí, soy mi propia versión. Soy salva-mex-americana, algo así [ríe]. No crecí aquí, entonces mi experiencia de la cultura es diferente, pero las personas con las que crecí y el entorno que me rodeaba dejaron en mi sangre algunas raíces como esa. Estoy de acuerdo, puedo verlo, hasta en cómo se habla de la muerte. La muerte en Estados Unidos es muy deprimente, te vas y la gente jamás vuelve a pensar en ti, te dejan en la tumba y se acabó. Mientras que aquí, tienes el Día de Muertos y una cultura que tiene presente que la vida y la muerte van de la mano. Eso es hermoso, algo que forma parte de mí. Pienso en ello con la belleza, la maldad, la luz y la oscuridad, la presencia de una es la existencia de la otra. Bien Ying-Yang, ¿no? [ríe].


Me hiciste pensar en esto, “el dolor es la única prueba de que el amor existe”.

AG: Claro, es lo que dice Bell Hooks.


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Portada: ‘Gemelo’ de Angélica García

Eso tuvo un reflejo muy claro con el álbum, creo que musicalmente hablando puede ser algo muy bello, como la interpolación de tus voces, que haya una cumbia incluso, de alguna manera entra en contacto que hay belleza para expresar dolor. ¿Crees que eso te permitió explorar con tu sonido? ¿Eso tiene relación con la colaboración de Carlos Arévalo en la producción?

AG: Sí, podría ser. La forma en que veo trabajar con productores es como si buscara a alguien que, junto a mí, vea la misma cosa que yo noto, algo que no está y aún así vemos. Eso se convierte en un equipo, somos dos personas que vemos cosas diferentes, pero estamos en mutuo acuerdo. En ese sentido, sí, siempre que trabajas con alguien abres muchas más puertas porque estás tú, esa persona y una tercera entidad que es cómo suenan en conjunto. Es genial hacer algo así.


Me gusta mucho, porque anteriormente pude platicar con Carlos Arévalo como Chicano Batman y mencionamos mucho el tema de la herencia. Para mí, es interesante que en tu caso es triple porque eres salvadoreña, mexicana y estadounidense.

AG: ¡Él también! Somos lo mismo. Definitivamente fue la primera vez que trabajé con alguien tan parecido a mí. Quizá uno de mis únicos amigos que es la misma mezcla que yo.


En tu música, ¿encontraste un lugar para que tus tres herencias se encontraran? Hay temas muy tristes en las canciones, mientras hay música alegre y emotiva, como la música mexicana, y al mismo tiempo es tu propia búsqueda.

AG: Sí creo que sí, cada canción nos dirigió a una persona que tomaba el control, cada una elegía quién iba a hablar. “Gemini”, por ejemplo, es una canción más sassy, americana, o sea estaba viviendo en Virginia [ríe]. Espera, ¡Carlos es literalmente como yo! Él también es salva-mex-americano, vive en Virginia, pero es de Los Ángeles, exactamente como yo. Es, literalmente, la única persona que tiene las mismas experiencias que yo, es graciosísimo, tengo que escribirle sobre esto [ríe]. Pero sí, era muy interesante, por ejemplo, con “Juanita” me di cuenta casi de inmediato que era una cumbia. Yo sé que no hago cumbia tradicional y en realidad no lo intento, yo no trato de ser mexicana o salvadoreña, solo soy yo misma. La verdad es que soy una mezcla, fue un enfoque que consideraba cómo sonaría yo si fuera una cumbia, cómo sonaría si es una cumbia con Carlos [Arévalo], cómo sonaría si Eduardo [Arenas] tocara el bajo, cómo sonaría si lo único que escuchamos la noche anterior fue Radiohead… Todo era experimental e interesante. Amo la música, es un viaje.



Esa mezcla nos dejó ver un pedazo de ti en el disco, nos dejaste entrar escuchándote.

AG: Aw, gracias.


En esta parte experimental, ¿es complicado como creadora explorar nuevas cosas en tu música? Digamos que hay mucho electro y distorsión, utilizaste baterías en vivo, viajaste con tu sonido. ¿Crees que la experimentación te permitió encontrar tu estilo?

AG: Ah, claro, porque como persona soy una mezcla de muchas cosas. Sí hablábamos de esas tres nacionalidades, pero la verdad es que desde mi niñez estaba en constante movimiento. Mi padrastro es un americano de Kansas, en medio del país, por ejemplo. La cultura en estados como Virginia, en el sur, es completamente diferente que en Nueva York o Los Ángeles. Crecí como una niña que escuchaba electrónica y punk, pero tenía una cumbia o un mariachi sonando en la sala por mis abuelos, hasta escuchar una canción de country puro. Todo es información, como un Chat GPT [ríe]. Era interesante ver cada parte de las diferentes culturas, como: “amo esta parte del punk, la agresividad y la rabia, pero es tan ruidoso que a veces no puedo disfrutarlo”. Puedes tomar algunas cosas que te gustan de un género, un tema o una cultura y mezclarlas con otras. A veces me siento como un científico intentando mezclarlo todo con mis emociones, es tan solo ciencia, todo se trata de química.


Justo puede que algunas personas se cuestionen cómo llegan a estar una cumbia y una canción electro en el mismo disco, pero se llevan bien, es un aftertaste de todas las canciones.

AG: Sí, claro. Esto es divertido, pero cuando empezábamos a hacer los sintetizadores, le enseñé a Carlos música de Solange, de Madonna a principios de los 2000 y de Fey, el disco ‘Tierna La Noche’. Todas tienen sintetizadores que me gustan, pero que son completamente diferentes culturalmente. Diferentes vibras y estilos, es que… Ay, soy una nerd, soy una gran nerd y podría empezar a hablar y hablar [ríe].

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Bueno, es que eres una gran científica de la música.

AG: ¡Ay, gracias! Qué halago, no soy solo una nerd, esa soy yo [ríe].


Hablando de conexiones culturalmente inesperadas, vienes de visita con IDLES, ¿cómo fue que recibes la invitación para apoyarlos? ¿Cómo te sentiste sabiendo que visitarías el país con la banda?

AG: IDLES y yo somos de la misma disquera, pero nos conocimos en un show de Nueva York. Yo era muy pequeña y Joe [Talbot] estaba haciendo un DJ set, me invitó a cantar con ellos y esa primera vez yo respondí: “¿Yo? ¿Quieren que yo les abra en serio?”. A lo que Joe respondió: “Sí, es que hay rabia tu voz”. Ahí supe que tenía razón, así me di cuenta, no sé por qué estaba ansiosa, tiene completo sentido. Es la dicotomía, tienen una rabia casi de himno. Tiene una pulsación, es avasalladora y en mi caso es una rabia femenina, casi mística. Pienso en una de esas tablas que tienen una emoción al medio y la rodean un montón de ramas con otras sub-emociones, es así como es la música. Ojalá que les guste el concierto en el Pepsi Center WTC. Cada vez que canto, canto con todo mi cuerpo, justo como Joe Talbot.






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